domingo, 17 de julio de 2011

CIENCIA Y FE EN EL MUNDO DE HOY

TEMA Nº 8 
CIENCIA Y FE EN EL MUNDO DE HOY

Objetivo.- Analizar y tomar conciencia sobre la situación de la vida individual y comunitaria en este tiempo de avance tecnológico y evolución de la ciencia frente a la realidad de la fe y los valores humanos y cristianos.

1.    INTRODUCCION
Edmundo Husserl (1859-1938) fue uno de los pensadores más fecundos del siglo pasado. Cuando se adivinaba en el horizonte la gran revolución científica que iba a conmover el siglo XX, en su libro "La Filosofía como ciencia estricta", uno de los documentos más reflexivos de las 40.000 páginas que dejó escritas, dice así: "Se dice a veces que nuestra época es de decadencia. No puedo considerar justificado este reproche. No se encuentra en la Historia una época en que se haya puesto en movimiento una suma tal de energías y que esas energías hayan actuado con tantos éxitos.
Nuestra época es grande por su vocación. Sólo adolece del escepticismo que destruyó los viejos y discutidos ideales. Por eso sufre por la falta de desarrollo y escasa fuerza de una filosofía poco avanzada y suficientemente fuerte para poder vencer el negativismo escéptico, el que llaman positivismo, por un verdadero positivismo. Nuestra época sólo quiere creer en realidades.
Sólo quiere conseguir ciencia. Por ello, lo que precisa es Filosofía, o mejor Filosofía científica"

Pero el hombre no es sólo mente que piensa y ojos que desean nuevas sensaciones. En su interior bulle un espíritu divino que quiere dar sentido último a las cosas y que desea saber de verdad hasta dónde llegan las fuerzas de la materia, del mundo y de la vida y dónde comienzan los reclamos del espíritu. Ha sido frecuente contraponer las creencias con las ciencias, la religión con el progreso, el hombre investigador con el hombre creyente. Y se ha pensado que el hombre científico no necesita la fe religiosa para dar sentido a lo que busca y a lo que halla. Sin embargo, el hombre, por grande que sea el progreso conseguido, no puede explicar el origen primero del cosmos ni el destino último de la vida, la diferencia radical del espíritu y de la materia, la dignidad sobrenatural del alma, etc.

El saber científico nunca puede interpretar los misterios religiosos que Dios ha querido regalar al hombre. La ciencia nunca puede llegar por sí misma a saber, sentir, admitir y creer que Dios ha querido crear al hombre para hablar con él y para hacerle objeto de su amor. Ni la Revelación ni la Providencia ni la Transcendencia son asequibles a la ciencia.

Sólo los hombres más reflexivos han sido capaces de acercarse, usando su recta razón, a la realidad trascendente: Dios, alma, persona, vida, gracia, libertad, conciencia, inmortalidad, etc. Pero la sola razón no puede llegar a la plenitud del misterio que Dios ha revelado. La ciencia y la filosofía, sin la fe religiosa, dejan al hombre a mitad del camino que conduce a la verdad.
2. UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN

A los cristianos de hoy nos corresponde vivir un tiempo de sorpresa y de esperanza. Es interesante el sentirse testigos del progreso acelerado y deslumbrante de la ciencia y de la técnica modernas. No salimos de una conquista científica y ya nos encontramos con otra inesperada. Cada día amanece con nuevos adelantos en todos los sectores del saber y del hacer de los hombres.

- Se descubren nuevas estrellas en el inagotable universo al que llegan los modernos telescopios con profundidad y audacia crecientes.
- Se plantean nuevas hipótesis sobre la materia y se buscan argumentos, pruebas y datos que las clarifiquen o la precisen antes de que otras las destruyan.
- Se difunden nuevas formas de comunicación entre los pueblos y entre las personas y cada instrumento anuncia el siguiente más rápido, completo y efectivo.
- Se descifra el genoma humano y se anuncian espectaculares victorias sobre la enfermedad, el dolor, el control de la herencia, la lucha contra la muerte.
- Se inventan nuevas máquinas de producción y de distribución de productos; y se multiplican ingeniosos artilugios cibernéticos, electrónicos e informáticos.
- Se discurren multitud de cauces para propagar los inventos y lograr rentabilidad inmediata para quien los han descubierto, promocionado o comercializado.

Vivimos en un mundo de alucinación científica, pues los datos de los investigadores se acumulan sin cesar y los progresos en todos los órdenes se manifiestan de forma crecientemente acelerada. Unas veces los progreso, como en el terreno de la medicina, sirven para hacer al hombre más feliz y para conseguir una vida más digna.
Pero en ocasiones originan también peligros portentosos, como nunca se habían sospechado en otros tiempos: artefactos bélicos que amenazan al mundo; extensión del terrorismo, manipulación incontrolada del hombre; atentados a la naturaleza misma en amplias zonas del planeta tierra.

2.1. El creyente se pregunta.
Ante esta nueva etapa de la humanidad, el que tiene fe se interroga si todo lo que los hombres discurren e inventan ha sido querido por Dios. Lo hacen los intelectuales de todas las religiones. y de forma especial se lo plantea el cristiano, que vive el mensaje de Jesús centrado en la dignidad del hombre, en la libertad, en la solidaridad y en la fe en el más allá.
Es evidente que las respuestas no son fáciles, sobre todo cuando entran en juego intereses contrapuestos. Pero lo que no podemos ignorar en todo momento es que Dios quiere que la ciencia, la técnica y el progreso se pongan al servicio del hombre y no que se subyugue al hombre ante el ambicioso afán de poder, tener o gozar lo que la ciencia explosiva de nuestros días promociona.
2.2. La Iglesia nos recuerda nuestra misión

Ante ese mundo en mutación los cristianos tenemos que asumir nuestras responsabilidades de ser la sal y la luz. El Concilio Vaticano 11 decía sobre el progreso:

"En nuestros días, el género humano está admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder. Se formulan con frecuencia respuestas angustiosas:
- sobre la evolución presente del mundo,
- sobre el puesto y la misión del hombre en el universo,
- sobre.. el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos,
- sobre el destino último de las cosas y de la humanidad.
El Concilio quiere aclarar estos problemas a la luz del Evangelio y pone a disposición del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo, ha recibido de su divino Fundador". (Gaudium et Spes. 3)

2.3. Dios quiere el progreso
La fe nos dice que Dios quiere el progreso. Creó al hombre inteligente y libre para que fuera protagonista en la promoción y desarrollo de la naturaleza en la que se halla situado. El hombre no es simple consumidor de las riquezas de la tierra. Actúa con ilusión en medio de las cosas para ser dueño de ellas y siente satisfacción cada vez que se hace más capaz de manejar los objetos y dominar las diversas situaciones o los múltiples recursos e instrumentos que él mismo produce con su arte y su industria.
Llamamos progreso al creciente dominio que el hombre tiene sobre las cosas. Las raíces del progreso se hallan en la inteligencia humana y en la solidaridad de los hombres que se relacionan entre sí para compartir sus necesidades, sus ideas, sus curiosidades y sus experiencias.
3.4. Tipos de progreso
En el mundo aparecen varias formas de progreso que nos llaman la atención:

* El progreso de los científicos que prescinden de Dios y de las creencias religiosas, atentos con arrogancia a sus propias conquistas y al creciente dominio sobre la materia.
Avanzan en los campos científicos y olvidan Quién fue el autor de la materia y de los astros y ocultan de dónde salieron las leyes maravillosas que los rigen.
Los avances biológicos que hacen a muchos médicos ignorar la existencia del alma que está en el hombre, que anima al cuerpo y que sigue viviendo cuando muere.

* Existe el progreso de "los otros científicos", que avanzan también con interés y con multitud de aciertos, conscientes de que su energía creadora proviene del gran Creador. Son científicos que armol1izan el progreso con la trascendencia, que respetan las limitaciones que les impone la dignidad del hombre y saben renunciar a experimentos humanos o a manipulaciones que se oponen a esa calidad trascendente del ser humano.

Entre las diversas fuerzas, motivaciones y causas del progreso, podemos recordar que el hombre es el primero. El se siente movido con frecuencia por el deseo de mejorar la situación de vida. Pero es preciso descubrir y aceptar las limitaciones. Un progreso que no se ajuste a las profundas apetencias espirituales del ser humano y sólo halague a sus gustos sensoriales, no es beneficioso a la larga. Y se puede convertir en riesgo y en ocasión de zozobra. El Papa Juan Pablo 11 recordaba que el progreso puede conducir también a errores: "En el mundo contemporáneo podemos constatar que el desarrollo no es un proceso rectilíneo, casi automático y de por sí ilimitado, como si el género humano, en ciertas condiciones, marchara seguro hacia una especie de perfección indefinida y total.
Un progreso así, cargado de connotaciones filosóficas de signo iluminista, más bien que a la idea de desarrollo usada en sentido netamente económico, parece hoy puesto en duda. Sobre todo no se puede olvidar la experiencia trágica de las dos guerras mundia­les, de la destrucción planeada y en parte realizada de poblaciones enteras y del peligro atómico que nos amenaza.
A un ingenuo optimismo mecanicista reemplaza hoy una fundada inquietud por el destino de la humanidad".
(Sollic. Rei Sociales 27)

3. DIOS QUIERE UN PROGRESO HUMANO

San Agustín escribía pensando en el verdadero origen de todo progreso y de todo desarrollo humano: "Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a todas estas realidades... Todas te responden: Mira, nosotras somos cosas bellas. Pero estas bellezas están sujetas al cambio. ¿Quién las ha hecho, sino la Suma Belleza, la cual no está sujeta al cambio?" (Sermón 241)
Dios quiere que los hombres progresen y se desarrollen, pues para ello los puso en el mundo con libertad y con inteligencia. Cuando el hombre responde a ese plan del Creador, actúa como colaborador suyo y hace posible que el orden se convierta en lenguaje capaz de abrir relaciones de fraternidad humana.

Pablo VI, escribía en su Encíclica Populorum Progressio: "Entre las civilizaciones, como entre las personas, el diálogo sincero es creador de fraternidad. La empresa del desarrollo de los hombres educará a los pueblos en las realizaciones que persiguen el común esfuerzo, sólo si todos, desde los gobernantes hasta el más humilde técnico, se Sienten animados por el amor fraternal y están movidos por el deseo de crear una civilización de solidaridad mundial.
Entonces el diálogo se centrará sobre el hombre y no sobre los productos o sobre las técnicas; y así resultará fecundo. Será fecundo, si aporta a los pueblos que de él se benefician los medios que lo eleven y lo espiritualicen: si los técnicos se hacen educadores y si las enseñanzas impartidas están marcadas por una calidad espiritual y moral tan elevadas que garanticen un desarrollo no solamente económico sino sobre todo humano."(N. 73)
Supuesta esta actitud eclesial positiva ante el progreso y el desarrollo, ante los medios modernos descubiertos por la ciencia y ante los avances técnicos y de todo tipo que hoy existen, no es compatible con el cristianismo ni el miedo, ni el hedonismo, ni el desconcierto.

3.1. Diversas actitudes

- Muchos adoptan ante el progreso y los avances de la ciencia cierto miedo a que se escape del control inteligente el arsenal de inventos que se suceden sin cesar. El temor puede ser prudencia en ocasiones. Pero el hombre tiene que ser inteligente y usar su mente para dominar lo que va conquistando.
- A veces surgen reacciones de naturalismo y de nostalgia por la vida más hogareña que se pudo dar en otros tiempos. Sin embargo, sin olvidar que la historia es irreversible y no tiene marcha atrás, hay que participar de la actitud evangélica del optimismo. Lo que beneficia a los hombres es un don de Dios. Lo que les perjudica no puede ser querido por el Creador.
Por eso el cristiano se alegra por los progresos de la medicina y de la psicología, por los nuevos lenguajes técnicos que permiten la comunicación, por el avance económico y por la victoria de la justicia. Lamenta los errores y los abusos, las equivocaciones y las heridas. Pero sabe siempre ver lo positivo más que lo negativo y da gracia a Dios por ello.
- Cuando se produce algún desconcierto o inquietud por los interrogantes morales que los avances técnicos o biológicos provocan, sabe también acudir a las fuentes del sentido común y, en su caso, de la Revelación y de la autoridad religiosa, a fin de hallar pistas que orienten el comportamiento. El cristiano sincero no teme el riesgo, siempre que sea asumido con serenidad y en bien de la humanidad.

3.2. El progreso y la Palabra de Dios
Una de las fuentes de iluminación en nuestra vida cristiana, tanto en el orden de la fe como en las inseparables actuaciones de nuestro trabajo, de la ciencia o de la convivencia, tiene que ser la Palabra divina.
La Iglesia siempre ha tenido la Palabra de Dios como referencia primera para el comportamiento
de todos los creyentes. En el Concilio Vaticano 11 se recordaba: 11 En los libros sagrados, el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual. Por eso se aplica a la Sagrada Escritura de modo especial aquellas palabras del Apóstol: "La palabra de Dios da vida y energía, puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados" (1 Tes. 2.13). (Dei Verbum 21)
Sin embargo, la Sagrada Escritura, primera fuente de inspiración y de orientación para el cristiano, no debe ser interpretada al modo de los libros humanos. Ella es expresión de la presencia divina en medio de sus elegidos. Y reclama los otros recursos que Dios ha puesto en medio de los hombres para encontrar con certeza el camino de la verdad.
           
3.3. Encuentra la verdad en la Biblia                          
Los cristianos saben formarse con interés en todo lo que se refiere a la Escritura Sagrada. Aman la Historia de la Salvación, en donde se relata cómo, cuándo y dónde llegó el Señor para redimimos. Admiran la fe los Patriarcas y la luz de los Profetas, los hechos portentosos de Dios con el Pueblo elegido y los avatares humanos envolvieron al pueblo que sería cuna del Redentor. De manera muy especial acogen en su corazón el mensaje de los Evangelios y de los demás libros del Nuevo Testamento, pues son escritos que testifican todas las cosas que hizo y enseñó Jesús, nuestro modelo y nuestro hermano primogénito.
- Quien sabe acudir a ella con sencillez de corazón y con rectitud de espíritu para buscar con humildad lo que Dios ha dicho a los hombres y no lo que uno desea escuchar.
- Quien renuncia a sus propias opiniones y sabe mirar con preferencia lo que inspira la Palabra Sagrada a la Comunidad de fe o Iglesia, a la que pertenece, encontrando en ella la Tradición, las celebraciones litúrgicas y la fe permanente.
- Quien escucha a la Autoridad de la Iglesia y al Magisterio, que ha recibido de Dios la misión de guardar, proclamar, celebrar e interpretar el mensaje de los Libros Santos.

3.4. La Biblia, guía de vida cristiana
El cristiano sabe que la Biblia no es un libro de consulta para resolver sus interrogantes humanos y sus intereses científicos.
Eco de la cultura, de la sociedad y de la vida espiritual que impregnan a los protagonistas humanos que escriben o sobre los que se recogen datos, la Escritura Santa, tanto en los 45 libros del Antiguo Testamento como en los 27 del Nuevo, habla a los hombres con lenguaje propio.

Tenemos que ser conscientes de ello:

- Es evidente que los aspectos científicos (cosmológicos, físicos, biológicos, geográficos, etc.) que en la Biblia se recogen, no son tratados sino con los lenguajes, con los conceptos y con los sentimientos de su momento cultural.
- Los datos históricos de los Libros Sagrados, con la relatividad y el estilo contemporáneo que es normal, aluden a hechos y no a metáforas o símbolos. Ni engañan ni responden a modos históricos actuales. Reflejan una historia humana pero esconden a Dios que interviene. - Hasta los planteamientos humanos (morales, espirituales, sociales, antropológicos, etc.) de la Escritura Santa deben interpretarse según los modelos, niveles e intenciones que subyacen en su contexto humano.

3.5. Labor del creyente es buscar
Protagonista del progreso, el hombre no puede quedarse detenido en las cosas de este mundo, por hermosas y desafiantes que resulten, pues Dios le ha llamado a la fe y su destino es eterno. El hombre moderno, como el de todos los tiempos, siente en su entraña más profunda la llamada a una vida superior. Se mueve entre los atractivos de este mundo y los reclamos de la eternidad. Con frecuencia debe optar entre diversos caminos o alternativas.
El hombre se siente libre pues tiene la experiencia de poder elegir. Pero al mismo tiempo descubre la responsabilidad como algo con lo que no puede jugar. Este sentimiento y esta actitud le conducen a determinadas posturas humanas y espirituales, de hombre creyente, que le hacen situarse con sentido trascendente en medio del universo y en relación a los demás hombres.
Busca, al menos en el fondo de su conciencia, los modos de ordenar su vida en conformidad con su fe y con los reclamos que recibe en su entorno humano y espiritual.

3.6. Caminos de la acción
No es fácil dar siempre respuestas a las demandas de la propia conciencia. Pero quien tiene buena voluntad sabe que cuenta con fuentes de inspiración. Leyendo y meditando en el corazón la Palabra de Dios se descubren con cierta facilidad criterios para la conveniente actuación, al menos para los cristianos que tienen confianza en que Dios está cercano en sus vidas.
- El hombre sabe que el progreso es sólo medio y no se puede dejar atrapar por sus reclamos, como si fueran valores supremos.
- Descubre la constante tentación de consumir y gozar lo inmediato. Pero siente que ello le puede esterilizar el afán de vida superior.
- En contraposición con los reclamos de la ciencia y de la técnica, es consciente de que muchos hombres se mueven en la indigencia y se sienten desasosegados por no saber qué hacer en favor de los que esperan su ayuda.  .
- Si es creyente y ha cultivado su dimensión religiosa, sabe que Dios está cerca y se halla también en los hechos y en las cosas. La presencia de Dios le mueve a preguntarse por su deber y por la posibilidad de trabajar por los demás.
- Y, por eso, acude con mayor o menor frecuencia a las fuentes de una inspiración superior: la oración en el fondo de su corazón, la relación con personas creyentes que marcan pistas y son estímulos de bien obrar, la participación más o menos activa en una comunidad cristiana que recuerda deberes y señala posibilidades, etc.
La Palabra divina se nos presenta en nuestra vida como una referencia estable y definitiva que tenemos que conocer, clarificar, profundizar y sobre todo llevar a nuestras acciones y celebraciones.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: "El cristianismo es la religión de la palabra de Dios, no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo, como enseñaba San Bernardo. Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas". (108)

4. ENTRE LA BIBLIA Y LA CIENCIA

Tenemos que aprender a valorar la Biblia como lo que es: como la Historia de la salvación de los­ hombres que Dios protagoniza. Es Historia y por lo tanto humana. Habla de salvación y en consecuencia, su protagonista es Dios y sus beneficiarios son los hombres de todos los tiempos.
Es un libro de fe y no de ciencia un libro de vida y no de cronología, un libro de amor de Dios hacia los hombres y no de tecnología.
Y esto implica muchas cosas para nosotros. La fundamental de todas es que hemos de acudir a la Palabra de Dios para iluminar nuestra mente y vivir en profundidad el mensaje divino que se halla envuelto en los lenguajes humanos, no para responder a los interrogantes del mundo, de la vida, de la historia y de la sociedad.

Son muchos los ejemplos que a veces se aluden como discrepantes entre fe y ciencia. A veces se han empleado para disminuir el prestigio de la misma Sagrada Escritura. Al recordar ahora algunos, podemos pensar en nuestra opinión y en la necesidad de interpretación correcta del lenguaje humano en el cual se halla envuelta la Palabra divina

* En el Antiguo Testamento se aludía ya a temas como éstos:
- La creación del mundo en forma de relato ingenuo Incompatible con la ciencia moderna.
- La formación del hombre de barro de la tierra.
- El hecho del pecado original en forma de engaño protagonizado por un animal maligno.
- La igualdad de la mujer y del varón, habiendo sido hecha a partir de su mismo cuerpo.
- La violencia en las guerras regidas por la cruel consigna del anatema o destrucción total.
- La interpretación de múltiples profecías escritas después de los hechos a que aluden.
* En el Nuevo Testamento se encierran a veces problemas que reclaman también la debida interpretación y claridad:
- El origen de Jesús de la familia de David y el cumplimiento en El de las diversas profecías. - El secreto de sus largos años de vida oculta antes de iniciar su misión de Profeta.
- El significado de sus signos milagrosos realizados sobre enfermedades o sobre espíritus.

4.1. Un caso típico: Galileo

Con frecuencia se ha exagerado el significado del error del Tribunal eclesiástico romano, cuando impuso al astrónomo Galileo Galilei (1564-1642) la obligación de rectificar su teoría heliocéntrica, por oponerse a la geocéntrica reflejada en la Biblia y defendida en su tiempo. Se ha pretendido rechazar toda autoridad de la Iglesia en relación a interpretaciones bíblicas y se ha promocionado "el libre examen" o el predominio de la conciencia individual sobre cualquier gesto de autoridad religiosa.
Resulta evidente que la Biblia hablaba sobre el sol con las categorías astronómicas de su tiempo y que, en la medida en que se obligó a Galileo a cambiar, los eclesiásticos que intervinieron se equivocaron por completo en el orden humano de la Astronomía.
Pero este incidente en nada compromete la autoridad de la Iglesia en materias religiosas, ya que el contenido era exclusivamente científico.

4.2. Los modelos bíblicos
Ante la necesidad interior de cultivar el espíritu y de formar criterios rectos, sentimos la invitación de acudir a la Palabra divina.
En ella encontramos los modelos, de los que tantas veces hemos oído hablar y a los que volvemos sin cesar. Son los hombres bíblicos que siempre nos servirán de referencia a los creyentes.
- El hombre modelo de fe, como lo es Abraham. Ante su ejemplo y con el recuerdo de su elección divina, 'podemos introducir el don de la Promesa divina en medio de la vida actual.
- El hombre libertador, ordenado y predilecto, que es Moisés. Nos acordamos de la Ley divina escrita en las tablas del Sinaí, pero grabadas en el corazón humano. También en el progreso recordamos sus preceptos imborrables.
- El hombre noble, generoso y valiente, hecho según el corazón de Dios, como fue David. Su espíritu sincero también nos hace a nosotros capaces de arrepentimos de nuestros errores en medio del progreso y de los avances de la vida.
- El hombre fiel que fue Elías nos descubre la grandeza divina y nos alienta en el celo por la causa de la verdad de nuestra fe.
- El hombre lleno de esperanza y de amor que fue Isaías. Es el que nos hace comprender que Dios está cercano a los hombres y rige los destinos de los pueblos.
- El hombre paciente que es Job, el hombre compasivo que es Tobías, el hombre piadoso que es Ezequías, los modelos de mujeres maravillosas que son Judith, Esther, Ruth y tantas más. Todas estas figuras humanas nos hacen pensar que Dios protege y bendice a cuantos ponen su confianza en El.

4.3.  El camino del Evangelio
Los cristianos tenemos que saber poner la mirada, con más insistencia que en las figuras del Antiguo Testamento, en el mensaje vivo, actualizado y comprometedor que late en las páginas, en las figuras, en las consignas, en los relatos y en las invitaciones del Nuevo Testamento.
- Allí encontramos muchas figuras vivas y desafiantes: Juan el Bautista; José, padre legal de Jesús; Pedro, la cabeza de los Apóstoles; Juan, el discípulo predilecto del Señor; Magdalena, la pecadora arrepentida; Pablo, el transformado por la gracia. Sobre todo la Virgen Madre María, que es la que nos sirve de camino para la llegada del Señor.
- Hallamos mensajes insuperables: fidelidad, amor, penitencia y conversión, fe y celo, perdón, pobreza y renuncia, entrega total a la causa de Jesús, todas las consignas que dan sentido a nues­tra vida de seguidores de un Crucificado que resucitó al tercer día.
- Sentimos la invitación a las actitudes más desconcertantes: olvido de las ofensas, compasión con los marginados, perdón de los enemigos, pureza en las intenciones, esperanza ante el fracaso, fecundidad en la virginidad, humildad y modestia, renuncia al mundo, menosprecio de las riquezas.
Con el Evangelio en las manos, y sobre todo en el corazón, somos capaces de entender lo que hay en el mundo, en el hombre, en la vida, en el progreso, en los riesgos, en los proyectos más audaces de los hombres modernos y de todos los tiempos. Será importante el aprender a ver en el Evangelio la respuesta de todos los problemas de la ciencia y del progreso, no de forma material, como en un manual de instrucción, sino con la fuerza de la fe, desde los criterios, actitudes y palabras de Jesús.

5. Resumen para recordar
El progreso es un rasgo significativo de los tiempos actuales: rapidez, cambio, novedad constante, grandes legiones de investigadores y científicos en todos los frentes, renovación inmensa acelerada de la vida, de las comunicaciones y de los criterios. El hombre creyente ha de ver el progreso con ojos positivos, no con temores o reticencias. Pero debe hacerse consciente de que el progreso tiene limitaciones éticas y religiosas. En aquellos aspectos en que afecte a la dignidad: vida, intimidad, libertad, etc, el progreso tienen unos límites que nadie puede traspasar en conciencia.
El hombre, el creyente y el científico, precisan algunas fuentes de iluminación, para su discernimiento. La Palabra de Dios es la primera y más valiosa: en ella se apoya el Magisterio eclesial, la Tradición, los juicios de la comunidad y de sus expertos.

6. Interrogantes para discutir
¿Conocemos personas creyentes que son sensibles a las Escrituras y ordenan su vida en conformidad con los reclamos del Evangelio? ¿Cuáles son los interrogantes científicos que más preocupan en nuestro ambiente? ¿Estamos más o menos de acuerdo en el modo como interpretan la Escritura Sagrada los otros grupos religiosos que, además de los católicos, se mueven entre nosotros?
¿Podemos decir nosotros que hay por nuestra parte cierta sensibilidad científica en nuestra sociedad?

7. Vocabulario básico
Progreso. Desarrollo de diversos aspectos.
Ciencia. Conocimiento sistemático y fundado.
Sabiduría. La ciencia en cuando se hace vida.
Investigación. Búsqueda en función de fin.
Exégesis. Interpretación de un texto.
Hermenéutica. Ciencia de la interpretación.
Creación. Producción de un ser de la nada.
Vida. Don divino de los seres no inertes.
Autoridad. Poder de mando y de imposición.
Fe. Virtud de adherirse a algo o alguien.

8. Cuestionario para autoevaluación
a. Qué relación hay entre biblia y ciencia.
b. Qué significa que la Biblia no es un libro humano.
c. Rasgos del progreso y límites del progreso.
d. Por qué el progreso es algo querido por Dios.
e. Cuándo el hombre deja de ser protagonista del progreso.