miércoles, 18 de mayo de 2011

"VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS"

Tema Nº 5
VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS PARA VIVIR BIEN

1. Objetivo
Valorar ciertos valores éticos, morales, humanos y cristianos en todas sus dimensiones como verdadera y única opción para vivir mejor. Comprometemos a poner en práctica todos los valores en todo momento y circunstancia de la vida.

2. LOS VALORES ¿QUÉ SON?
Se dice y se repite que nuestra sociedad, que nuestra escuela, que nuestra familia, que nuestra juventud... son víctimas de una "crisis de valores" Es, por lo tan­to, fundamental para nosotros, el conocer las causas y los efectos de esa crisis.
Cuando hablamos de "valor" o de "valores", fácilmente lo podemos relacionar con negocios y con el precio económico de un producto.
Sin embargo, no es ese el sentido que se le da cuando se habla de "crisis de va­lores". Cuando hablamos de la necesidad que tenemos de la ''formación en los valores", hacemos referencia a algo de carácter, no económico, sino moral.

Los valores se encuentran como desdoblados en un valor positivo y en un corres­pondiente valor negativo o desvalor. Así, al valor de la justicia se opone el con­travalor de la injusticia, como al de lo bueno, se opone lo malo y al valor de la virtud se opone el antivalor del vicio.

2.1. CLASIFICACION DE LOS VALORES

Cada cultura, y aún cada persona, tienen una distinta y particular clasificación o jerarquización de los valores.
Los valores se clasifican según diversos criterios. Una de esas clasificaciones es la siguiente:
+ Valores útiles: las máquinas, las herramientas, los aparatos electrónicos...
+ Valores vitales: la salud, la alimentación, la juventud...
+ Valores estéticos: la pintura, la poesía, la música...
+ Valores teóricos: la ciencia, la inteligencia, el estudio...
+ Valores éticos o morales: la honradez, la solidaridad, la justicia. . .
+ Valores religiosos: la fe, la oración, la trascendencia, la santidad...

Otra clasificación de los valores:

+ Valores personales: (El amor, la honestidad...)
+ Valores sociales: (La solidaridad, la justicia...)
+ Valores transcendentales: (La experiencia religiosa, amor a Dios...)
Estas clasificaciones tienen por objeto, únicamente, el agrupar los valores de acuerdo a características comunes.
La jerarquización de los valores depende, sin embargo, de la importancia vital que tenga cada uno de ellos para nuestra propia autorrealización.
Presentamos una tabla que nos muestra una escala basada en la naturaleza misma de los valores. Algunos pondrán, en lo más alto, los valores intelectuales, otros, la plenitud de la vida religiosa, otros darán más importancia a los valores sociales o estéticos... etc.

Nuestro interés no es tanto el obtener una jerarquización aceptable, sino el desa­rrollar en nosotros una dimensión armónica de todos ellos. Lo realmente impor­tante es desarrollar en nosotros los valores en forma complementaria y armónica.
Es evidente de que el que está preocupado, únicamente, por el valor de las riquezas, despreocupándose de todo lo demás, nunca podrá ser una persona equi­librada éticamente, igual que el que está obsesionado por su cuerpo...
A continuación tienes un modelo de escala de valores muy completo:






3. Las religiones con fuente de valores.- La mayoría de las religiones por naturaleza contienen valores positivos en sus doctrinas y enseñanzas para sus fieles, por lo tanto en nuestro contexto la religión cristiana es la mayor fuente de enseñanza y propagación de valores. Conciencia moral, la propia conciencia de libertad que tiene el ser humano determina que sus actos sean susceptibles de recibir una calificación moral, es decir, que puedan ser juzgados como buenos o malos. De acuerdo con la práctica tradicional en la teología cristiana son tres las fuentes de la moralidad: el objeto elegido, el fin perseguido y las circunstancias. Aunque éstas no puedan cambiar por sí mismas la calidad moral de un acto, sí pueden aumentar o disminuir la bondad o malicia del mismo.
Todas las religiones han desarrollado, de un modo u otro, un código de comportamiento respecto a sus fieles. Ello no impide que en la actualidad se reconozca de forma genérica que existe una autonomía de la moral, elemento que establece qué valores concretos, como la dignidad del individuo, su igualdad ante la ley o la igualdad de los sexos, no requieran una sanción especial por un precepto de naturaleza religiosa.
El cristianismo, religión monoteísta basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de 1.700 millones de personas.
El cristianismo, en muchos sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de valores,  se comprende sólo desde “el interior” entre aquellos que comparten la creencia y se esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la religión que ignorara estas concepciones internas, no sería fiel en el orden histórico. Sin embargo, un aspecto que los que profesan esta fe no reconocen por regla general es que semejante sistema de creencias y de valores también puede ser descrito de una forma que tenga sentido para un observador interesado, aunque no comparta, o no pueda compartir, su punto de vista.
Jesucristo. Ese protagonismo es, de uno u otro modo, el rasgo distintivo de todas las variantes históricas de la creencia y práctica del cristianismo. Los cristianos  no han logrado llegar a un acuerdo sobre la comprensión ni sobre la definición de qué es lo que hace que Cristo sea tan característico y único. Desde luego, todos coinciden en que su vida y su ejemplo deberían ser seguidos y que sus enseñanzas referentes al amor y a la fraternidad deberían sentar las bases de todas las relaciones humanas. Gran parte de sus enseñanzas encuentran su equivalencia en la predicación de los rabinos, después de todo Jesús era uno de ellos, o en las enseñanzas de Sócrates y de Confucio. En las enseñanzas del cristianismo, Jesús no puede ser menos que el supremo predicador y ejemplo de vida moral, pero, para la mayoría de los cristianos, eso, por sí mismo, no hace justicia al significado de su vida y obra.

3.1. Vida cristiana.- El mandato y la exhortación de la predicación y las enseñanzas cristianas abarcan todos los temas referentes a la doctrina y a la moral. Los dos mandamientos más importantes del mensaje ético de Jesús (Mt. 22,34-40) son el amor  a Dios y el amor  al prójimo. La aplicación de estos mandamientos a situaciones concretas de la vida, ya sea en el orden personal o en el social, no genera uniformidad en el comportamiento moral ni en el social. Por ejemplo, hay cristianos que consideran pecaminosas las bebidas alcohólicas, pero los hay que no opinan igual. Existen cristianos que adoptan diferentes posturas sobre temas de actualidad, ya sea desde puntos de vista de extrema derecha, de extrema izquierda o de centro. A pesar de ello, es posible hablar de un modo de vida cristiano, aquel que participa de la llamada al servicio y a convertirse en discípulo de Cristo. El valor inherente a cada persona creada a la imagen de Dios, la santidad de la vida humana, así como el matrimonio y la familia, el esfuerzo por alcanzar la justicia, aunque sea en un mundo caído en la desgracia, son compromisos morales dinámicos que los cristianos deberían aceptar; sin embargo, sus conductas pueden no conseguir las metas que imponen estas normas. Ya desde las páginas del Nuevo Testamento se hace patente que siempre ha sido difícil la tarea de desarrollar las implicaciones o el alcance que puede tener una ética del amor, bajo las condiciones de la existencia cotidiana, y que en realidad nunca ha existido una ‘época dorada’ en la que haya sucedido lo contrario.

En la vida social el individuo, como parte integrante de la sociedad, debe compartir con los demás valores, normas, modelos y símbolos establecidos. Sin embargo, no todos los individuos presentan la misma adhesión a esas normas y valores. La adaptación al medio social implica diferentes grados de conformidad dependiendo de la sumisión o libertad de decisión del individuo y de la rigidez o tolerancia de la sociedad. Por ello, adaptación social no implica necesariamente conformidad, sino que puede conllevar la innovación o modificación de los elementos que integran una determinada cultura o sociedad.

3.2. El amor al prójimo.- En la antigüedad griega y en la filosofía hindú, el amor representa el principio del cosmos, como en Hesíodo, Empédocles o en los Veda. El amor a sí mismo es, según Aristóteles, requisito indispensable para poder amar  a otra persona, aunque no debe confundirse con el egoísmo. En el cristianismo, Dios ama a los hombres compadeciéndose de ellos; sin embargo, el amor de los cristianos hacia Dios está caracterizado por el respeto y la adoración. La disposición de ayudar a los demás se denomina amor al prójimo.
Y la Biblia del mandamiento de Jesús que dice: El primero de todos los mandamientos, es éste: Escucha ¡oh Israel! el Señor Dios tuyo, es el solo Dios: y así amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el mandamiento primero. El segundo semejante al primero, es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento que sea mayor que éstos.

3.3. La amistad.- Para Aristóteles, la amistad crea el vínculo social, y la más auténtica es la que se funda en la igualdad. Se considera al amigo como otro uno-mismo y es porque nos amamos a nosotros mismos por lo que podemos hacer el bien a nuestro alrededor identificándonos con el prójimo. Si la virtud lleva a la acción, el placer la consuma: Aristóteles consigue así conciliar en la acción las virtudes y el placer. Sin embargo, la felicidad de los sabios se halla en otro lugar: en el placer puro que ofrece la contemplación de lo divino y en la búsqueda de la inmortalidad. Los demás se limitarán a la política para vivir bien en la ciudad.
3.4. La justicia social.- Justicia, constante y perpetúa voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde. Esta idea tan genérica cobra expresión en dos tipos de justicia reconocidos: la conmutativa, trasunto del principio de reciprocidad, que exige dar en contraprestación otro tanto de aquello que se ha recibido como prestación de forma proporcional, y la distributiva, concepto más amplio, que hace referencia a la solidaridad con los más débiles de la sociedad, a cuyo fin se procurará una cierta redistribución de cargas y ventajas de acuerdo a sus necesidades con el objeto de paliar y suprimir las desigualdades que son independientes de los méritos y el esfuerzo personal o su contribución social.
Estas ideas adquieren expresión concreta en el Derecho positivo, primero a través de las constituciones que reconocen el valor de la justicia como fundamental del ordenamiento jurídico, junto a la libertad, la igualdad y el pluralismo político. Se señala este orden ya que los tres últimos valores indicados son expresiones manifiestas de la justicia.
Sin embargo, no es posible el disfrute de tales valores sin la provisión de los medios necesarios para el pleno desarrollo de la personalidad individual, familiar y social. A tal fin, suelen las constituciones reconocer de forma ordinaria la propiedad y con ella otros derechos reales limitados, siempre que respondan a una función social, entendida como feliz combinación de los intereses individuales y colectivos, de forma que en un justo equilibrio, pueda generarse una progresiva evolución de la calidad de vida, traducible en un derecho al trabajo, a una vivienda digna, al disfrute del medio ambiente, a la cultura y la educación entre otros.
3.5. El dialogo y el ecumenismo.- Diálogo (del latín, dialogus), capacidad de hablar con otro. Elemento esencial para los grupos sociales, pues les permite darse a conocer y enriquecerse con ideas y posturas nuevas. Pasar de la imposición y el enfrentamiento al diálogo y la mutua comprensión, ha sido y es aún, un largo y difícil proceso.

Desde el punto de vista religioso también se ha producido un avance importante. La Iglesia católica apostólica romana en la 92 constitución de Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II señala tres diálogos que ella misma debe fomentar: el diálogo con el mundo, siendo conciencia crítica, pero también impulsora de todo lo humano y positivo; el diálogo con otras religiones, y el diálogo entre las diversas confesiones cristianas o movimiento ecuménico. Dialogar no debe entenderse como una renuncia a las propias creencias, sino como un factor que contribuya al mejor entendimiento mutuo en un orden universal.

Movimiento ecuménico, movimiento cuyo objetivo básico es promover la cooperación y la unidad mundial entre las Iglesias vinculadas al cristianismo. El término ecuménico proviene etimológicamente del griego oikoumen ('habitado'); de esta manera, los concilios ecuménicos de la Iglesia (el primero de los cuales se celebró en Nicea en el 325) fueron así llamados porque los participantes representaban a las confesiones de todo el mundo conocido. En el siglo XIX, el término ecuménico vino a significar para la Iglesia católica apostólica romana la preocupación por la unidad y la renovación de la Iglesia. Para los protestantes, que encabezaron e hicieron avanzar el movimiento ecuménico desde principios del siglo XX, la expresión se ha aplicado no sólo a la unidad cristiana sino, en un sentido más amplio, a la expansión mundial del cristianismo a través de actividades misioneras.

3.6. La tolerancia y respeto.- En principio, tolerancia es un concepto muy relacionado con el de libertad. Es por ello que las ideologías más vinculadas a él históricamente hayan sido el liberalismo, garante de todas las libertades individuales, y, en general, todos los movimientos y partidos políticos cuya máxima apuesta es el respeto hacia las ideas o actuaciones no compartidas. Los sistemas políticos más vinculados a la tolerancia son aquellos que regulan el ordenamiento del Estado en torno a la democracia como principio básico y esencial de su funcionamiento social y político. En cambio, la antítesis de la tolerancia estaría representada por los sistemas políticos teñidos por el  totalitarismo o por actitudes personales o sociales relacionadas con el racismo, la xenofobia o el terrorismo. 

Tolerancia, actitud y comportamiento, individual, social o institucional, caracterizado por la consciente permisividad hacia los pensamientos y acciones de otros individuos, sociedades o instituciones, pese a que los valores morales o éticos de aquéllos no coincidan, o incluso desaprueben, los de éstos. La tolerancia se puede manifestar prácticamente en todas las actividades humanas, pero muy especialmente en los aspectos religiosos, culturales, políticos y en las relaciones de género. Los principales actores y receptores de la tolerancia (en su recíproca esencia, tolerar y ser tolerado) son el individuo y el Estado.

El articulo 26 de los derechos humanos dice: La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto  a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia  y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3.7. La democracia.- (del griego, demos, ‘pueblo’ y kratein, ‘gobernar’), sistema político por el que el pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante cualquier forma de gobierno que haya decidido establecer. En las democracias modernas, la autoridad suprema la ejercen en su mayor parte los representantes elegidos por sufragio popular en reconocimiento de la soberanía nacional. Dichos representantes pueden ser sustituidos por el electorado de acuerdo con los procedimientos legales de destitución y referéndum y son, al menos en principio, responsables de su gestión de los asuntos públicos ante el electorado. En muchos sistemas democráticos, éste elige tanto al jefe del poder ejecutivo como al cuerpo responsable del legislativo. En las monarquías constitucionales típicas, como puede ser el caso de Gran Bretaña, España y Noruega, sólo se eligen a los parlamentarios, de cuyas filas saldrá el primer ministro, quien a su vez nombrará un gabinete.
La esencia del sistema democrático supone, pues, la participación de la población en el nombramiento de representantes para el ejercicio de los poderes ejecutivo y legislativo del Estado, independientemente de que éste se rija por un régimen monárquico o republicano.
4. LA CRISIS DE VALORES Y EL SISTEMA EDUCATIVO
La crisis de valores que sufre nuestra sociedad, tanto a nivel nacional, como a nivel mundial, guarda relación directa con una distorsionada escala de valores. Se da mucha importancia, con tendencia exclusivista, a los valores económicos, relegando o ignorando a los morales, estéticos y religiosos.
Hay una relación directa de causalidad entre la generalizada crisis de valores que padecemos y la orientación, marcadamente funcionalista, cognoscitiva, tecnoló­gica ya-crítica de nuestro sistema educativo.
Vivimos tiempos en los que se acentúa, cada vez más, el individualismo y donde la apariencia vale más que la realidad, lo transitorio más que lo permanente, la exterioridad más que la interioridad, y el "tener" y el "saber", más que el "ser".

5. VALORES Y CONTRA VALORES EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Cada valor tiene, como contraparte, un antivalor. Toda frustración, y todos los procesos recesivos en las personas y en los pueblos, tienen una causa principal: la creciente vigencia de profundos antivalores.
Los antivalores que vemos, cada vez más presentes, en nuestra sociedad, nacen y se desarrollan en lo que se ha dado en llamar "la era de la post-modernidad”.
* Asistimos a una pérdida del valor normativo de la ética para regular los comportamientos.
* La política, la economía, el comercio... se rigen por pautas pragmáticas alejadas, cada vez más, de los valores morales.  .
* El fundamentalismo del mercado se ha convertido en el tirano más injus­to y anti-solidario.
* Avanza la pérdida de identidad cultural con ruptura del tejido social.
* Los modelos a imitar se alejan totalmente del entorno cultural.
* Se da un acentuado repliegue individualista.
* Aislamiento creciente y evasión ante los problemas de la colectividad.
* Generalización de la violencia en número y en formas, cada vez más agresivas.
* Inclinación hacia las formas violentas para solucionar los conflictos.
* Disminución en el poder de concentración, tanto en el estudio, como en el trabajo.
* Creciente dificultad en los procesos de aprendizaje.
* Relaciones inter-laborales orientadas por el binomio: autoritarismo-sumi­sión.
* Mayor inclinación a la adicción (droga, alcohol, somníferos, sexismo...) * Obsesión por lo erótico sexual.
* Incremento de enfermedades, "stréss", hipertensión...
* Trastornos emocionales (insomnio, depresión, ansiedad...)
* Retorno hacia lo sagrado, sobre todo, hacia lo sensible y lo extra-natural y fantasioso, sin implicaciones en la conducta moral y en el comporta­miento personal y social.
* Todo ello dentro de un rasgo general: una sociedad cada vez más permisiva.
* No son pocos los que piensan que estamos iniciando un período de grave decadencia de la moral pública. Sin embargo, la moral pública es la base para la autorrealización de la sociedad.
Por otro lado, el grave déficit de la moral pública repercute negativamente en la moral privada. Muchos de nuestros jóvenes viven ya una especie de "vacío existencia/", que les impulsa a buscar unas satisfacciones ficticias en una vida totalmente de­sordenada.
Es evidente que, frente a este largo y negativo listado, también se dan, en la sociedad actual, avances significativos de gran importancia:
* Se percibe una mayor estima por todo a lo cotidiano.
* Se han dado avances importantes hacia una concepción unitaria y holís­tica de la vida.
* Se va superando la concepción dualista y maniquea de nuestra existencia.
* Crece el predominio de la cultura de la imagen.
* Valoración de lo concreto, de lo experimental, de lo gráfico, de "lo vivo y lo directo".
* Alta estima del cuerpo y todo lo relacionado con él.
* Mayor valoración de lo sexual, de la amistad, de la coherencia, de la experiencia personal.
* Integración progresiva de la mujer en el área social, en el trabajo, en la política, en la administración pública.
* Avances en la superación de la mentalidad excesivamente legalista.
* Mayor aprecio por la libertad individual.
* Avances en lo referente a la tolerancia, al ecumenismo, en la aceptación del otro.
* Mayor preocupación por el medio ambiente...

En el mundo de los valores, la persona no vale por que dice, ni tampoco por lo que posee. Vale por lo que HACE y, sobre todo, por lo que ES.

Sin duda que, tanto en el área positiva como en el área negativa, se dan muchos otros valores y contra-valores. Todo es relativo y muy discutible.
Sin embargo, en la presente publicación no tratamos de hacer ningún balance, ni caeremos en la tentación de emitir juicios de valor. Lo único que nos preocupa es la formación de nuestra juventud en lo mejor de nuestros valores, desarrollando en ellos una conciencia crítica y creativa que les lleve a una opción personal y coherente frente a los grandes desafíos de la vida.

6. CONSECUENCIAS POR LA FALTA DE VALORES QUE DAN VIDA

6.1. Marginación social.- Situación de aislamiento y exclusión de un individuo o grupo en un sistema social, y que no participa ni goza de los privilegios de los demás miembros de una sociedad.

El sociólogo estadounidense Robert Ezra Park acuñó el término ‘marginado’ para definir a aquellos individuos o grupos que presentan un desorden psíquico y social por su pertenencia a una doble cultura, sin participar plenamente en ninguna de ellas. Es marginado aquel que no forma parte de un modo de vida participativa por acumular ‘malestar’ en sus relaciones de convivencia. Abarca a grandes colectivos, como indigentes, prostitutas, drogadictos, delincuentes o personas discapacitadas.

Algunos autores relacionan la marginación social con la desviación social por el conflicto que implican entre el comportamiento del individuo y las normas y valores que imperan en una determinada sociedad. Sin embargo, en la desviación social la causa del malestar se imputa al comportamiento del individuo, mientras que en la marginación social la causa del malestar está en la sociedad.
La situación de marginación puede estar asociada a situaciones de pobreza. Desde el enfoque liberal, la marginación es un fenómeno coyuntural e individual en el que todo marginado es un individuo no apto, no cualificado y no adaptado. Desde el enfoque socialdemócrata, la marginación es una consecuencia estructural que afecta a grupos y colectivos víctimas de las crisis económicas, la privatización, la indiferencia del Estado o la reducción de los gastos sociales. Hoy la marginación se caracteriza por la presencia de niveles más elevados de criminalidad, la desorganización familiar o las perturbaciones afectivas.
6.2. La pobreza.- circunstancia económica en la que una persona carece de los ingresos suficientes para acceder a los niveles mínimos de atención médica, alimento, vivienda, vestido y educación.
La pobreza relativa es la experimentada por personas cuyos ingresos se encuentran muy por debajo de la media o promedio en una sociedad determinada. La pobreza absoluta es la experimentada por aquellos que no disponen de los alimentos necesarios para mantenerse sanos. Sin embargo, en el cálculo de la pobreza según los ingresos, hay que tener en cuenta otros elementos esenciales que contribuyen a una vida sana. Así, por ejemplo, los individuos que no pueden acceder a la educación o a los servicios médicos deben ser considerados en situación de pobreza.
6.3. La delincuencia.- Sin duda, uno de los males que mayor daño causa a la sociedad en su conjunto es la delincuencia organizada o juvenil, ya que esta ciruacion en los últimos años se ha incrementado de gran manera y con mayor profundidad, llegando al punto del asesinato por pequeñas cantidades de dinero y sin discriminar a las diferentes clases, sociales, en este sentido se entiende que la delincuencia esa causa de muchos factores de tipo social y económico, pero en definitiva una de las razones mas fuertes es la perdida de valores humanos y cristianos en la población y la sociedad actual.  




7. PEDAGOGÍA DE LOS VALORES

Instaurar en nuestra sociedad una "Pedagogía de los valores" es educar al hombre para que se oriente por el valor real de las cosas, es una "peda­gogía de encuentro" entre todos los que creen que la vida tiene un sentido, los que saben que existe un porqué en lo extraño de todo, los que recono­cen y respetan la dignidad de todos los seres.
La Declaración Universal sobre los Derechos Humanos de la ONU no hace más que recoger el común sentir de los hombres que reconocen los valores que dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser huma­no. No creemos que sea mera retórica reconocer al hombre como "porta­dor de valores eternos", es decir, de valores que siempre, siempre, han de ser respetados.
Hablar de "valores humanos" significa aceptar al hombre como el supre­mo valor entre las realidades humanas. Lo que en el fondo quiere decir que el hombre no debe supeditarse a ningún otro valor terreno, ni familia, ni Estado, ni ideologías, ni instituciones...
Todos estos valores que configuran la dignidad del hombre, reconocidos por todos, dan apoyo y fundamento a un diálogo universal, a un entendimiento generalizado que harán posible la paz entre todos los pueblos.
y si el "mundo de los valores" puede servir de guía a la humanidad en sus aspiraciones de paz y fraternidad, por la misma razón deben servir de guía al individuo en sus deseos de autorrealización y perfeccionamiento.
En este caso la acción educativa debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando para que aprenda a guiarse libre y razonablemente por una escala de valores con la mediación de su conciencia como "norma máxi­ma del obrar".           .
Ello implica también ayudarle en la experiencia (personal e intransferible) de los valores, desarrollando esa "libertad experiencial" de la que habla Rogers, para que sepa descubrir el aspecto de bien que acompaña a todas las cosas, sucesos o personas; para que aprenda a valorar con todo su ser, a conocer con la razón, querer con la voluntad e inclinarse con el afecto por todo aquellos que sea bueno, noble, justo... valioso.
Pero, al mismo tiempo, debería ir haciendo el difícil aprendizaje de la renuncia. Tendrá que aprender a sacrificar valores menos importantes por otros que lo son más.
Dicho de otra manera, educar en los valores es lo mismo que educar moralmente, o simplemente "educar", porque son los valores los que enseñan al individuo a comportarse como hombre, ya que sólo el hombre es capaz de establecer una jerarquía entre las cosas, y esto resultaría imposible si el individuo no fuera capaz de sacrificio y renuncia.
En definitiva, detrás de cada decisión, de cada conducta, apoyándola y orientándola, se halla presente en el interior de cada ser humano la con­vicción de que algo importa o no importa, vale o no vale.
A esta realidad interior, previa a cada acto cotidiano, insignificante o me­ritorio, la llamamos actitud, creencia, ¡valor!      
Se trata de un sustrato, de un trasfondo que se ha venido formando en nosotros desde los años de la infancia y que nos predispone a pensar, sen­tir, actuar y comportamos de forma previsible, coherente y estable.
El valor, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos. Pero estas convicciones o creencias se organizan en nuestro psiquismo en forma de escalas de pre­ferencia (escalas de valores).
Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en que nos ha tocado vivir.
Una vez interiorizados, los valores se convierten en guías y pautas que marcan las directrices de una conducta coherente.

Los valores no se deben imponer.
No hay que adoctrinar sobre ellos.
Cada uno debe asumirlos por su
Propia voluntad y con plena libertad.

8. EDUCACIÓN INTEGRAL

El hombre es una totalidad y no un fraccionamiento de facultades intelectuales, afectivas, motrices o espirituales. Preocuparse exclusivamente de cualquiera de ellas es un error, atentatorio al desarrollo integral del educando. Al hombre debe educársele en su integridad de hombre. Debemos olvidar la manía de preocupar­nos sólo de su intelectualidad sumido en el fiel cumplimiento de los programas clásicos y el único propósito de ingreso a la universidad. Debemos preocupamos por igual del desarrollo de todas sus facultades. El aprendizaje no es sólo acto cognoscitivo, está influido también por la carga afectiva que tiene la interacción docente-alumno o entre estudiantes. Hay necesidad de automotivar a nuestros alumnos, a autovalorarse y valorar a los demás, a vivir valores de moral, belleza, justicia, dignidad, solidaridad, etc. Las técnicas de globalización y correlación ayudan a este fin.
El educador, en muchos momentos, puede estar generando actitudes en sus alum­nos, por los métodos que emplea en clase y por el tipo de valores que inculca con su ejemplo y sus palabras. La escuela se convierte en un espejo fiel al mundo, de la sociedad que la sostiene. Una sociedad en que la competencia y el valor supre­mo es el tener sobre el ser, el poseer más que el dar. Una educación para este ti­po de sociedad, es una educación que da por supuesto que la realización del ser humano no se logra sino siendo superior a otro por el dinero, el Poder, la inteli­gencia, el ganar siempre, porque eso es tener la razón, el éxito por encima de los demás. Para corregir esta realidad, el docente tendrá que revisar toda esta situa­ción y sus implicancias en lo técnico-pedagógico, si quiere orientar el proceso de aprendizaje de sus alumnos, dentro de una educación para la transformación so­cial. Con este propósito, el profesor puede proponerse los siguientes aspectos:

-          Un ambiente educativo dentro del aula que ofrezca condiciones para que los alumnos puedan desarrollarse integralmente, en lo intelectual, lo afec­tivo y lo social.
-          Un clima de diálogo y relaciones donde se respeten los intereses, valores e idéas de cada educando.
-          El uso de metodologías participatorias donde la comunicación, la coope­ración mutua y el trabajo en equipo, predominan sobre el hacer individua­lista.
-          El desarrollo de una conciencia crítica, en permanente contraste con el mundo fuera del aula, dentro de una interacción creativa y recreadora, indi­vidual y colectivamente.
-          El desarrollo de un compromiso personal y grupal, como respuesta a los desafíos del mundo circundante.
-          La construcción por todos de la dimensión comunitaria, como expresión de una solidaridad responsable y transformadora.

El que todas estas propuestas se centren en el contexto de la escuela y de la clase, no excluye las otras dimensiones educativas como la familia, el grupo sociocul­tural, el ámbito más amplio de la realidad nacional. El aula no puede ser un campo cerrado, sino una plataforma de interacción permanente con el mundo en el que está ubicada; solo así es posible hablar de una educación en valores sociales.

9. EL DINERO, EL NUEVO DIOS

Antes el dinero era un medio,
          ahora es un fin en sí mismo.
Antes era un instrumento,
          ahora es la máxima aspiración de la vida.
Antes se ganaba el dinero para estudiar.
          ahora se estudia para ganar.
Antes se trabajaba para vivir,
          ahora se vive para trabajar.
Antes se comía para vivir,
          ahora se vive para comer.
Antes se gastaba el dinero por necesidad,
          ahora se lo gasta por vanidad.
Antes se necesitaba dinero para comprar,
          ahora se compra sin necesidad.
Antes el dinero era para ahorrar,
          ahora el dinero es para gastar.
Antes se valoraban a las personas por lo que eran,
          Ahora valen por lo que tienen.
Antes se valoraba la interioridad,
          ahora el valor esta en la apariencia.
Antes el cuerpo era parte de la persona,
          ahora el cuerpo es toda la persona.
Antes un chofer manejaba su coche,
          ahora el coche le maneja al chofer.
Antes el maestro ganaba por enseñar,
          ahora enseña para ganar.
Antes un médico ganaba por curar,
          ahora cura para ganar.
Antes la bebida era para calmar la sed,
          ahora lo que hay es sed de la bebida.
Antes los hombres programaban la T.V.
          ahora la T. V. programa a los hombres.
Antes decían que con dinero se conquistaba el cielo,
         ahora el cielo es el dinero.
Antes era: "Dios o el dinero"
         Ahora el DINERO ES DIOS.

Se ha hecho realidad generalizada, en la cultura postmoderna, aquel refrán popular que, antiguamente, solo se lo aplicaban, en forma irónica, a las personas avaras:
"Dios y el dinero: Lo segundo es lo primero"

Pensamiento:

Solo los grandes ideales dan sentido a nuestra vida


TRABAJO PRÁCTICO

  1. realizar dibujos y cuadro de valores positivos.
  2. ¿Cómo y donde se da la educación y formación de valores para vivir bien?
  3. glosario
-       Valores cristianos
-       Valores humanos
-       Injusticia
-       Dignidad
-       Ecumenismo
-       Democracia
-       Caridad




2 comentarios:

  1. los valores cristiano son injusticia y caridad
    y los de techo u mano son dinfinidad . ecinismo y
    democrasia

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